Tenía 16 cuando aquella mañana me abrazaste, me dijiste lo mucho que me querías y lo orgulloso que estabas de mi, me diste ese beso y te despediste para ir a trabajar. Quién me iba a decir que ése sería tu último abrazo, tu último beso, tus últimas palabras y la última vez que te vería con vida. Sigo sin entender porqué la vida decidió arrancarte de esa forma tan abrupta de nuestra vida.
Te has perdido tantas cosas! Mi graduación de bachillerato, mi primer día en la universidad, el día que me saqué el carnet de conducir, mi graduación de la universidad...y te perderás tantas otras...el día que defienda mi proyecto de fin de carrera, el día que consiga mi primer trabajo como ingeniera, el día que encuentre al amor de mi vida, el día que me rompa el corazón, el día de mi boda, el día que nazca mi primer hijo...
Te fuiste así tan de repente y me dejaste un agujero enorme en el alma, agujero que no consigo cerrar. Cada día que pasa te echo más y más de menos. No puedo recordar los buenos momentos sin llorar, no puedo ver fotos tuyas sin ponerme triste y acabar llorando durante días, no puedo nombrarte...en días como hoy no puedo evitar sentir envidia de esas personas que tienen a su padre al lado y pueden abrazarle, felicitarle, contar con su apoyo, su amor, sus consejos...
La vida es muy perra muchas veces y conmigo se ha cebado varias veces...lo único que puedo agradecerle es que mi mamá siga a mi lado, es mi pilar, es mi madre y mi padre, mi amiga y la persona que más quiero en este mundo, sin ella no sería nada.
Dónde quiera que estés, espero qué te encuentres bien y sigas orgulloso de mi. ¡Te quiero papá!
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